Fueron los antiguos griegos, quienes ya se referían a "este músculo" en plural; «ψοαι» (psoai, en latín), porque en realidad son dos; el psoas mayor y el ilíaco -también encontramos el psoas menor, pero como tiene su inserción en un lugar distinto a los otros dos no nos referiremos a él cuando hablemos de psoas-. Se referían a ellos como "el vientre de los riñones” debido a su relación con esa zona y los órganos que en ellos se encuentran.
Ocurrió que allá por la década de 1600, el anatomista francés Riolanus cometió el error gramatical que sobrevive hasta nuestros días, la identificación de estos músculos como “psoas” en lugar de utilizar el latín correcto que sería “psoai” como dije al principio. Esto nos ha llevado a pensar que estos músculos son un equipo, en lugar de verlos como músculos individuales que pueden adaptarse a nuestras costumbres asimétricas.
En la década de 1950 John Basmajian, padre de la electromiografía, dijo que los músculos psoas e ilíaco, no podían tener funciones distintas porque compartían el mismo punto de inserción. Su opinión llevo al término “psoas-ilíaco”, despojando a cada músculo de su identidad funcional individual.
Con todas estas confusiones históricas, lo que nos ha quedado es que todos conocemos popularmente como psoas, iliopsoas o psoas-ilíaco, al conjunto de los dos músculos, y hoy en día, cuando queremos diferenciarlos, hacemos referencia a ellos como "porciones"; la porción psoas mayor y la porción ilíaca. O también como psoas mayor o ilíaco.
Pero para simplificar las cosas vamos a referirnos a ellos como una unidad funcional; psoas-ilíaco. Y cuando hagamos referencia a ellos por separado lo haremos como porciones; psoas mayor o ilíaco.
¿qué es y dónde está?
El psoas-ilíaco, es el músculo más profundo y el mayor estabilizador del cuerpo humano. Es uno de los músculos mas potentes del cuerpo, y es el principal flexor de la cadera. La razón principal por la cual este músculo es tan potente es porque se refleja en la rama ilíaca, produciendo un movimiento en polea.
Su funcionalidad afecta a nuestro equilibrio estructural, amplitud de movimiento articular y funcionamiento de los órganos y vísceras del abdomen. Es el único músculo que conecta la columna vertebral con las piernas, uniendo nuestro tren superior con el inferior. Es el responsable de mantenernos erguidos y el que nos permite levantar las piernas para caminar. Un psoas-ilíaco sano asegura la estabilidad de la columna, formando además un buena base de sostén para los órganos abdominales.
La porción psoas mayor, tiene su origen en la vértebra T12 y en las cinco primeras lumbares (T12-L5), así como en la base de las apófisis transversas correspondientes, y desciende por la fosa ilíaca del coxal, donde se une con la porción ilíaca.
La porción ilíaca se origina arriba del labio interno de la cresta ilíaca, espinas ilíacas anterior, superior e inferior, base del sacro, parte de la fosa ilíaca interna, ligamento iliolumbar y zona lateral de la cara anterior del sacro.
Cuando ambas porciones musculares se unen, pasan por debajo del arco crural (ligamento inguinal) en la zona externa, insertándose conjuntamente en el trocánter menor del fémur.
El psoas tiene dos capas; la superficial y la profunda. Entre estas dos capas, encontramos el plexo lumbar; una densa colección de nervios que inervan los músculos transversales y oblicuos del abdomen, el suelo pélvico, los rotadores profundos de la cadera y la mayoría de los músculos del muslo.
Al pasar a través de él una red neurológica importante, no es de extrañar que cuando este músculo se lesiona o pierde parte de su funcionalidad nos cause problemas de diverso tipo, ya que está relacionado con órganos muy importantes como son el diafragma, los riñones, uréteres, vasos renales, colon, ciego y distintas arterias y venas.
¿qué hace?
La psoas-ilíaco tiene un papel activo en la flexión y la rotación de la cadera, y a diferencia de la porción ilíaca, el papel principal de la porción psoas es la estabilización de la columna, permitiendo su inclinación lateral y la flexión, evitando que las vertebras roten en el plano frontal, y transfiriendo el peso de arriba abajo, transmitiendo flujos energéticos en ambas direcciones. El psoas-ilíaco desplaza generalmente el miembro inferior libre, produciendo flexión en la cadera para elevar el miembro e iniciar la marcha cuando el miembro opuesto asume el peso corporal
Una de las cualidades de este músculo es que se acorta cuando esta relajado y se alarga mientras está trabajando, al contrario que la mayor parte de la musculatura. Este es el motivo por el que surge un acortamiento en el caso de las personas sedentarias.
El psoas-ilíaco es también un músculo postural, activo durante la bipedestación, manteniendo la curva natural de la espalda lumbar de manera normal (lordosis) e indirectamente la cifosis torácica, y controlando también la inclinación de la pelvis.
A todos nos ha pasado que al haber estado sentados por mucho tiempo, en el momento de levantarnos, nos ha costado trabajo estar erguidos; entonces hemos sufrido de un psoas-ilíaco tenso. Estar sentado durante horas, afecta a la capacidad del psoas-ilíaco de extenderse por completo, lo que conocemos como psoas acortado.
Hoy en día, con nuestra forma de vida, nos pasamos prácticamente todo el día sentados; en el trabajo, en el coche, en el transporte público. Luego llegamos a casa y nos volvemos a sentar.
Esta situación, de psoas-ilíaco acortado, nos lleva a usar este músculo constantemente para corregir la estabilidad interna, y al cabo del tiempo puede empezar a perder flexibilidad y a acortarse de forma crónica. Y una contracción o endurecimiento crónico del psoas conlleva una serie de problemas, ya que hace que otros músculos del abdomen y de la espalda se vean obligados a compensar el equilibrio y empiecen a endurecerse también. Por ejemplo: los huesos pélvicos tienden a adelantarse, disminuyendo la distancia entre las crestas ilíacas y las piernas, comprimiendo la cabeza del fémur en su articulación.
Esta compresión hace que la musculatura anterior del muslo se desarrolle excesivamente y el fémur pierda capacidad de rotación, un movimiento que es asumido por las rodillas y la columna lumbar, que con el tiempo terminan por lesionarse.
Estos trastornos pueden provocar, a la larga, una curva en la columna, creada por el desplazamiento anterior de las vértebras superiores y varios grados de extensión y flexión de la columna lumbar. Se muestra similar a la hiperlordosis, con la excepción del desplazamiento de la caja torácica.
En situaciones en que el psoas-ilíaco es demasiado corto en uno de los lados, se produce una compensación muscular generalizada con el objetivo de proporcionar equilibrio para contrarrestar la anomalía ocasionada en el lado afectado. Además de hacer que las piernas se arqueen y que las rodillas se unan, esa compensación también puede ser la causa de los pies planos y de patologías en la espalda como la escoliosis en distintos grados.
el psoas-ilíaco y las emociones
Recientemente se ha empezado a considerar el psoas-ilíaco como un músculo de percepción sensorial, conectado con el diafragma directamente por la fascia (tejido conectivo), lo que le implica con el sistema nervioso central, haciéndole especialmente sensible a las reacciones físicas y emocionales del ser humano.
Esta relación es bidireccional; las emociones afectan al psoas-ilíaco, pero como se encuentre el psoas-ilíaco afecta a las emociones.
El estilo de vida acelerado y el estrés diario generan adrenalina que tensan el psoas-ilíaco, preparándolo para correr, entrar en acción o encogerse para protegernos. Si se encuentra acortado y en tensión constantemente, enviará al cerebro continuas señales de peligro, pudiendo generar una sensación de agresividad sin motivo aparente. Esta situación prolongada en el tiempo puede provocar el agotamiento de las glándulas suprarrenales, del sistema inmunológico y un mal funcionamiento de los órganos.
Como vimos anteriormente, un psoas-ilíaco liberado permite alargar mucho más la parte delantera de los muslos, permitiendo a las piernas y la pelvis moverse con mayor fluidez e independencia. Esto mejora la posición de la columna y del torso, repartiendo el peso corporal sobre el esqueleto de manera eficiente. Todo ello se traduce en una sensación de equilibrio y seguridad, cambiando nuestra actitud para bien, con la consecuente repercusión en la mejora de las funciones de los órganos abdominales, en la respiración y en el corazón.
Inestabilidad pasajera
Pero el proceso de liberación del psoas-ilíaco a veces puede ser algo complicado, porque como en cualquier otro tratamiento, se requiere un esfuerzo consciente por parte de la persona afectada. Hay que abandonar los viejos hábitos nocivos y adoptar nuevos esquemas.
En los comienzos del tratamiento o en la ejecución de ejercicios, según nuestro organismo vaya retomando su equilibrio, puede invadirnos una sensación de vértigo, de inestabilidad física, e incluso podemos pasar una etapa de emociones confusas. Todo ello pasajero.
Y de verdad; el resultado perece la pena.
Aquí os dejo un vídeo con estiramiento de los flexores de cadera. Estiramientos
Espero que la información os sea útil.
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