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Flora (microbioma) intestinal

Las bacterias y el microbioma

Las bacterias al ser tan pequeñas resultan invisibles a nuestros ojos a simple vista y esto suele llevar a despreciarlas obviando su importancia. Pero que sepas que de toda la biomasa de la tierra, se estima que estos diminutos habitantes representan el 15 %, vamos, que por cantidad son con diferencia las dueñas del planeta, y algo mas importante aun; sin bacterias no existiría la vida.

Antes de centrarnos en nuestros inquilinos intestinales, es necesario saber que el término microbioma (o microbiota), hace referencia al conjunto de microorganismos que se localizan en distintos lugares de los cuerpos de los organismos pluricelulares. Por cierto, no solo tenemos bacterias; también tenemos virus y hongos.

Su presencia en el planeta es aplastante; literalmente.
Las reinas de la creación; las bacterias.

La realidad es que tenemos bacterias en cualquier parte de nuestro cuerpo que esté en contacto con el exterior, y esto engloba a los ojos, la piel, las fosas nasales, los órganos genitales, los intestinos y otras zonas.




La microbiota podemos clasificarla en diversos tipos según sea su dependencia y tiempo de estancia en el cuerpo humano:

  • Microbioma autóctona: los microorganismos que colonizan al ser humano durante un tiempo prolongado. Son simbiontes, pues han coevolucionado con nosotros.

  • Microbioma alóctona: aquella que no nos necesita, y que se encuentra en otros hábitats más allá del cuerpo humano. Ocupan nuestro microbioma de forma transitoria.

  • Microbioma latente: la que está presente durante (casi) toda la vida del hospedador. Sus poblaciones no fluctúan de forma drástica, a menos que se produzcan patologías.

  • Microbioma transitoria: sus fluctuaciones poblacionales son continuas, así que se deduce que estas bacterias no son indispensables para el hospedador.

¿Qué es la flora intestinal?

Usamos coloquialmente el término "flora intestinal" para referirnos al conjunto de bacterias que habitan en nuestro tracto digestivo, pero es importante que sepas que el término correcto es "microbioma intestinal" y no "flora intestinal". Aunque mantendré el término "flora" ya que es el mas usado.

Estos microorganismos por lo general son bacterias unicelulares procariotas (formadas por una célula sin núcleo) de las cuales tenemos una inmensa variedad de formas y funciones, aunque ninguna supera los 5 micrómetro de tamaño.

Podemos definir la flora intestinal como el conjunto de microorganismos en un entorno definido, en este caso, el tracto digestivo.

Nuestro sistema digestivo comienza en la boca y termina en el recto.
Tracto digestivo

Se puede considerar a la flora intestinal como un órgano más, perfectamente integrado en la fisiología de la persona. Los dos elementos funcionales: tubo digestivo y flora, son interdependientes y su equilibrio condiciona la homeostasis del individuo dentro de su entorno ambiental.


Debido a su estrecha cercanía con el ser humano y su labor simbionte con nuestro organismo, se puede decir que la mayoría de las colonias bacterianas que vamos a nombrar son autóctonas y latentes, es decir, indivisibles al funcionamiento gástrico de nuestra especie.


La flora intestinal ha coevolucionado con el ser humano en una relación de tipo simbiótico, donde ambos componentes reciben claros beneficios. Es cierto que los seres humanos podemos “sobrevivir” sin la microbiota intestinal, pero estudios experimentales con mamíferos han demostrado que su ausencia a largo plazo estimula un desarrollo anormal. La disbiosis (o el desajuste bacteriano en el intestino) puede causar múltiples problemas de salud a corto y largo plazo.


Hay que tener en cuenta que el tracto digestivo es el área del cuerpo que mayor contacto tiene con el medio ambiente, ya que, el intestino desplegado alcanza los 400 metros cuadrados, un área similar a la de una cancha de tenis. La piel alcanza apenas los 2,2 metros cuadrados. Vamos, ni una mesa de pin-pon.

Las bacterias se regeneran continuamente eliminando las que ya no son útiles.
Las bacterias se reproducen de forma sencilla y rápida.

No es de extrañar dada tal superficie, que cada ser humano adulto alberge en su interior unos 100 billones de bacterias, representando entre unas 500 a 1000 especies diferentes y de todas ellas, solo unas 100 especies pueden causarnos daños de diversa gravedad, desde patologías leves a infecciones mortales.

Alrededor del 85 % corresponden a lactobacilos y bifidobacterias.


Tenemos 10 veces más bacterias intestinales que células en el cuerpo, y su peso total puede superar los 2 kilogramos. Se regeneran periódicamente, excretándose los microorganismos muertos a través de las heces, evitando así que se desarrollen enfermedades.


Si bien la presencia de estos microorganismos no es muy alta en el estómago debido a la presencia de ácidos, a medida que vamos avanzando en el tracto gastrointestinal la cosa se vuelve más interesante. La mayoría de bacterias viven en el intestino grueso; son los denominamos anaerobios obligatorios, es decir, no necesitan oxígeno para vivir. La concentración de bacterias va creciendo a lo largo del intestino delgado, desde 10^4 bacterias/ml en el duodeno proximal hasta 10^7 bacterias/ml en el íleon terminal.

En conjunto, la población bacteriana del colon puede sumar hasta 600 gramos de peso, representando más del 95 % del microbioma total del hospedador. Pues ya sabes: tienes mas de medio kilo de bacterias en tu culete. La próxima vez que vayas al baño, ¡saluda!


¿Qué bacterias encontramos en nuestra flora intestinal?

Existen enormes fluctuaciones entre la flora intestinal de individuos en base al tipo de lactancia, la contribución genética, la dieta, factores ambientales y una casi infinita lista de variables, pero todos seguimos las mismas pautas para adquirir nuestra flora intestinal.


Algunos estudios han encontrado la existencia de algunas bacterias en el intestino del feto, las cuales se cree que tienen una composición similar a la de la flora oral de la madre, pensando que entran al intestino del feto través del líquido amniótico, pero no conforman una "flora" propiamente, por lo que podemos considerar que en el momento de nacer, el ser humano lo hace con el intestino estéril, es decir, sin microorganismos, y es en ese mismo momento, al nacer, cuando adquiere su primer trazo serio de bacterias a partir de la flora gastrointestinal y vaginal de la madre.


Esta ausencia de flora intestinal causa deficiencia de vitamina K, la cual se produce de manera endógena solamente en el intestino gracias a estas bacterias. Por esta razón, es necesaria la aplicación de una dosis inicial de vitamina K en los neonatos.

A través del contacto con la piel de la madre y el entorno en el que nace el niño, se añaden otras bacterias que determinan la composición individual de la flora intestinal. Si un niño nace por cesárea, falta el primer contacto con la flora vaginal de la madre, por lo que la flora intestinal de estos niños se ve diferente porque sólo puede ser poblada por las bacterias de la piel de la madre y del entorno circundante.

La lactancia es fundamental para el microbioma del bebé.
La importancia de la lactancia

Será durante el primer año de vida, cuando el tracto digestivo del nuevo retoño será completamente colonizado por las bacterias. Alrededor de los dos años o, en todo caso después del destete, se origina una flora de transición. Luego se forma la flora intestinal que es prácticamente la definitiva.


Solo hay cambios en la flora por circunstancias adversas específicas (como vimos antes la flora se regenera).


Como señalé mas arriba, la composición de la flora intestinal en los humanos es muy variable, pues depende de muchos factores, pero aun así, se han propuesto 3 filos predominantes en este tipo de microbioma que forman el 99 % del total (y el 1 % restante es muy variado):

  • Firmicutes (65 %): este filo representa más de 200 géneros bacterianos en los intestinos, siendo los más importantes Micoplasma, Bacillus y Clostridium.

  • Bacteroidetes (23 %): un grupo grande de bacterias Gram negativas anaerobias.

  • Actinobacteria (5 %): curiosamente, son el filo más representado en los suelos. El 64 % de la biomasa bacteriana en los sustratos corresponde a especies de actinobacterias.

Funciones de la flora intestinal

Las bacterias que componen la flora intestinal básicamente cumplen 3 importantes funciones dentro del organismo:

  • Función nutricional / metabólica: Como resultado de la actividad metabólica de la flora, se sintetizan diferentes compuestos como la vitamina K, D y todo el complejo B. Se recupera energía en forma de ácidos grasos de cadena corta. También ayudan a que haya una adecuada absorción del calcio, hierro y magnesio y se facilita el movimiento intestinal. Además, las bacterias del intestino perciben y degradan ciertos polisacáridos específicos de la pared celular de los vegetales permitiendo así aumentar las capacidades digestivas humanas. Algunos tipos de bacterias, poseen un arsenal de enzimas para la digestión de carbohidratos complejos como celulosa, hemicelulosa y pectina que forman las paredes celulares vegetales. Las bacterias rompen esos carbohidratos complejos en azúcares simples, los cuales son a su vez fermentados para crear ácidos grasos de cadena corta que las células humanas pueden absorber. Esos ácidos grasos cortos contribuyen al 10 % de las calorías que el organismo humano requiere. Como consecuencia de este metabolismo de carbohidratos y su fermentación, se producen gases y flatulencias con los olores característicos de las heces fecales. Así que ya sabes, la próxima vez que se te escape un ¡pum! le echas la culpa a tu flora intestinal.

  • Función inmunológica / tróficas. La flora intestinal activa y fortalece el sistema inmunológico, contribuyendo a aumentar las defensas frente a las infecciones de tipo bacteriano o viral. También hay un mejor ritmo intestinal y, por lo tanto, no se presentan episodios de estreñimiento o diarrea. En pocas palabras, podría decirse que la flora intestinal es un eslabón fundamental en el sistema inmunológico que garantiza un buen funcionamiento digestivo. Además, la flora intestinal tiene una importante función en la especialización del tejido linfoide asociado a la mucosa del intestino. Estas bacterias se encargan de mostrarle a los linfocitos (específicamente los linfocitos T) que cepas son útiles para el cuerpo y les permite reconocer mejor a los antígenos invasores. De esta forma, las bacterias alojadas en el intestino especializan el sistema inmunitario para favorecer su supervivencia lo cual decide que bacterias serán las predominantes de el microbioma.

  • Función protectora. La flora intestinal realiza un efecto barrera evitando que se implanten bacterias patógenas externas. Esto supone un refuerzo adicional frente a las infecciones. El efecto de barrera se debe a la capacidad de ciertas bacterias para segregar sustancias antimicrobianas (bacteriocinas), que inhiben la proliferación de otras bacterias, y también a la competición entre bacterias por los recursos del sistema, ya sea nutrientes o espacios ecológicos.

Desequilibrios y problemas en la flora intestinal

Hay circunstancias que llevan a que se produzca un desequilibrio en el microbioma, por eso cuando esto ocurre hay mayor predisposición a sufrir alergias, dermatitis atópica e infecciones. Así mismo, se altera la función digestiva y es común que se genere estreñimiento, diarrea, gases, distensión abdominal y mala digestión en general.


Los principales factores que dan origen a desequilibrios en la flora intestinal son:

Destruyen las bacterias buenas y malas, abriendo la puerta a ciertas patologías.
Los antibióticos genéricos lo destruyen todo.
  • Antibióticos: Los antibióticos combaten las bacterias que causan infecciones, pero también atacan las bacterias de la flora intestinal. Así mismo, promueven la instalación de otro tipo de microorganismos patógenos que pueden causarnos diarrea.


  • Alimentación inadecuada: Exceso de carnes rojas, grasas "malas", azúcares y deficiencia de fibra.

  • Malos hábitos: Sedentarismo, tabaco, alcohol...

  • Edad: El envejecimiento altera el equilibrio de la flora intestinal, especialmente a partir de los 60 años.

  • Cirugías o tratamientos agresivos: Como quimioterapia o radioterapia.

  • Viajes a otros lugares del mundo: Especialmente si se ingieren alimentos crudos, poco cocinados o agua no embotellada .

  • Varios factores mas: Estrés, falta de sueño...

Si estás tratando de bajar de peso y has probado de casi todo sin conseguirlo, piensa que tu flora intestinal puede tener algo que ver, porque cuando el estado de la flora intestinal es deficiente y está desequilibrado impide que bajes de peso, y esto se produce por un descontrol en el balance de energía que a su vez genera trastornos en la secreción de las distintas hormonas que pueden provocar obesidad.


Como este artículo me está quedando un poco largo, en otra entrada del blog veremos como cuidar la flora intestinal con prebióticos y probióticos.


Espero que la información os sea útil.

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